No tienes ni una semana que te enterramos, Memo.
Y tu muerte me duele, es un dolor sordo, de esos que se quedan en el background cuando todo lo demás avanza, cuando la vida continúa sin ti: los exámenes se entregan, las juntas se programan y los alumnos piden asesorías. Y tu dolerme no se va, es más, ni siquiera se queda como constante, aumenta al igual que esta alergia que me brotó en la piel, que no me deja ni un momento en paz. Pero yo puedo rascarme, Memo, y tú estás acostadito, bajo tierra, pudriéndote, transformándote en otras sustancias, volviéndote intangible.
Fue hace tres meses la última vez que hablamos, Memo. No pudiste ir a mi boda porque estabas tan enfermo, recuerdo cuando platicamos por el teléfono y llorábamos, me decías "mi Beba se me casa y yo que no puedo salir de esta cama de hospital", y yo me congelaba aterrorizada porque se te cortaba la respiración del esfuerzo del llanto.
Soy una reverenda cobarde, porque me daba miedo que te murieras, porque me daba miedo verte y comprobar que no habría finales felices, que la cochina vida era corta y lo mucho que sufrías. Luego no querías ver gente, pero debí haber insistido. Te moriste, Memo, y siento como una parte de mí se marchita, se extiende, todo lo invade.
Tu enfermedad fue una canallada, no era justo que murieras así.
Y en el sepelio, los demás -cristianos de pacotilla- me dan asco, asco porque atribuyen tu enfermedad a un acto de justicia divina. Y quisiera golpearlos durante el devocional en donde hablan de tu salvación, de cómo reconociste tu vida pecaminosa antes de morir (a pesar de que estabas casi inconsciente, juraban que te habías arrepentido, buitres, fariseos todos) Y tratan de regodearse, de achacarse una anotación más para su equipo.
No tienes ni una semana de que te enterramos, Memo y estoy vacía, desinflada pero llena de culpa por estar viva.
Memo, Memito, aún veo tu cara pálida, y me asombra lo mucho que te parecías a tu madre y lo gentil que te veías así inerte, el vidrio no me dejaba alcanzar tu cara.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?
Aceptar tu muerte es aceptar la mía.
1 comentario:
:(
Publicar un comentario