miércoles, octubre 25, 2006

Cindy: una regia ¡a todo dar!

Les invito a conocer el sitio de Ricardo Cucamonga -perravida- es una cosa divertidísima. Entre sus tiras, me encontré las aventuritas de Cindy y decidí compartirlas con mis tres lectoras.
Enjoy. (Píquenle a la imagen para que les salga más grandota)

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lunes, octubre 16, 2006

Estimado Dosmilseís


Estimado Dosmilseís:

Espero te encuentres bien y  que el trabajo no te esté abrumando, acá la temperatura ha estado muy agradable. En fin, te escribo para pedirte de la manera más amable que ya le pares, ya fue suficiente. Si ésta es tu idea de un año interesante no eres más que un sádico programador de televisa, es más, hasta creo que eras escritor en Party of Five. Al rato vas a salir con que soy un clon o que la Rata es mi verdadera madre. Sé dónde vives y tengo un bat de beisból. Ahí tú me dices si quieres que vayamos a practicar mi bateo.

Me da gusto saludarte, deja ya la mariguana por lo que más quieras.
Con cariño,

Estela

domingo, octubre 08, 2006

Los ochentas han vuelto y están muy enojados...

(Dedicado a la Caro, que quedó impresionada con mis alumnas ochenteras)

Siempre me ha impresionado lo cíclico de las modas y cómo se relacionan con una década en específico. Aunque de niña el tema no me importaba tanto (crecí con un sentido atrofiado de la moda que todavía se manifiesta, tengo un handicap enorme) era obvio que la sociedad persigue lo que ya pasó, la renovación y la reinvención de lo que en su época era otra cosa.
Es todo un shock cultural ver en la prepa a las niñas con sus pelos rockeros (mullets vueltos a la vida pero sin el crepé, algo así como una versión refinada de los peinados de la familia de la foto) mallones, minifalda de mezclilla, pulseras madonescas, cintas en el cabello y pantalones de tubo o skinny jeans (irónico el nombrecito, considerando que los pantalones no tienen un efecto adelgazador sino todo lo contrario). Hasta ahorita ni las hombreras ni los colores neón han asomado la cara. No todo está perdido.
Sinceramente, cuando viví los ochentas no me gustaba la moda reinante. Sentía que nada se me acomodaba y me veía como payasito. Esto pudo estar relacionado con que no me compraban ropa nueva (a veces en los equinoxios de año bisiesto) y heredaba la ropa de mis tías, cinco años fuera de sincronía. No fue hasta que llegaron Trinny y Susanna que aprendí a vestirme más o menos bien, aunque creo que todavía tienen mucho por enseñarme. A lo mejor si en ese entonces hubiera tenido acceso a lo que me quedaba mi vida hubiera sido muy diferente, al menos mis fotos hubieran salido más bonitas.
Veo mis alumnas y siento algo raro, un dolorcito en el orgullo. Es la primera vez que la cíclica moda retro se deriva de lo que ya viví. Soy lo suficientemente vieja como para decir que lo que está de moda me tocó la primera ocasión -aunque a) fui niña en los ochentas y b) no me haya tocado del todo por mi asincronía, pero ustedes entienden a lo que me refiero- y estoy asustada.
Asustada porque la vida avanza tan rápido, porque tengo más canas en el pelo, porque se acerca el momento en que digan que los noventa volvieron y entonces tendré como 40 años y no es justo. Me pregunto si así se sentía mi mamá cuando le pedíamos sus cosas cuando estaban de moda los sesenta y los setenta. Si habrá sentido el dolorcito de la nostalgia, de lo que se fue y ya no es.
En fin, al menos ahora sí puedo agarrar lo que me queda y ponérmelo. Aunque algunas cosas no cambian, sigo pensando que los pantalones de tubo son nacos. Ahí dentro de veinte años nos vemos de nuevo a ver si ya cambié de opinión.


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