¿No?
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Bien... empecemos.
Resulta que después de media hora de haber comido un recalentado de rechupete, un pedazote de carne que mi madre preparó ayer, tan delicioso y suculento que no pude mas que sentarme un rato a digerir y a dormitar, me vi con la necesidad de un trago de agua que hiciera que mi esófago se refrescara y que la comida deglutida se viera acompañada.
Viéndome con la flojera de ir a lavar un vaso - mi cocina estaba llena de platos sucios en ese segmento de la historia- decidí ver qué tenía alrededor. Había una botella de agua por mi mesa-escritorio. Es parte de mi rutina diaria: cada día de escuela voy a la tienda de la esquina y compro un bote con agua deliciosamente fría que me llevo al trabajo. Muchas veces no me acabo los contenidos y terminan los botes medio llenos en mi casa, como un claro recordatorio de que debo comprar un termo mejor.
Volviendo a la historia, decidí que tomar dicho bote era propicio, así que mientras me sentaba para leer unas tareas -ineptos del mal- estiré el brazo y alcancé la botella. Ni siquiera quité los ojos de la pantalla mientras la desenroscaba y me acercaba el pico a la boca. Trago. Y entonces comprendí que había cometido el más grave error posible.
No entiendo cómo fue que algo así me pasó a mí. No sabía que el agua pudiera pudrirse y seguirse viendo transparente. La inmundicia ya había llegado al estómago para el momento en que las papilas gustativas comenzaron a gritar desesperadas. Espero que no experimentes nunca, oh lector (a), dicho sabor.
Los movimientos peristálticos comenzaron inmediatamente. Mi estómago quería expulsar el agua a como diera lugar, de eso no quedaba duda. Así fue como sentí pequeños borbotones de agua volver a la boca. No sé si alguna vez les haya pasado que cuando se quiere vomitar y no hay un lugar propicio cerca uno puede mantener brevemente el vómito confinado en boca cerrada mientras llega a un lavabo o retrete.
Como quisiera decir que eso fue lo que pasó. Que llegué al retrete y todo terminó en felicidad. Pero no fue así.
Alcancé a voltear mi rostro, mi computadora se salvó por un milisegundo. El chorro de agua -sí, chorro, a pesar de solamente haber tomado un trago grande- salió expulsado con una velocidad tal que llegó al metro y medio de distancia. No sabía qué hacer. Me tapaba la boca porque seguía el estómago en histeria pura. Hasta ahora el agua había salido sin nada de comida. Alcancé a llegar al lavabo donde un nuevo borbotón salió.
Solamente agua clara. Clara y podrida.
Hasta este momento no me explicó cómo fue que el estómago supo que tenía qué quedarse con la carne para digerirla y expulsar el agua putrefacta del mal.
Misterios del cuerpo humano.
4 comentarios:
ew. tu y tus exorcismos.
cuenta el de la mosca!!!
agua podrida? CHALEEEE LIMPIA YAAAAA
:p
vealtk
Pero bien que lo leyeron hasta el final. Suxias.
Ya tiré a la basura todos los botes de agua. Snif snif.
Mi casa es un chiquero, nomás termine esto, me dedicaré a limpiarla bien.
Ya ni me acuerdo bien a qué sabía. Solamente la sensación que provocó en mi cuerpo.
¡Fue horrible!
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