miércoles, mayo 11, 2005

Sabines para llevar


Es curioso como el ser humano lidia con el dolor: pensamos que vivimos una experiencia única, un dolor exclusivo e irrepetible, cuando en realidad estamos representando la misma obra de teatro pero en distintos escenarios.
Pienso en mis alumnos de prepa que han venido a platicarme de cómo el amor ha afectado y transmutado sus vidas y se les ve los ojitos brillantes de cachorrito. Pienso en la envidia que siento por la capacidad de experimentar el amor desde el punto de vista en que lo hacen. Todo es rosita, melodramático, pasional, primerizo. No han experimentado el desencanto, los vaivenes que experimentan las relaciones inevitablemente. El miedo y el dolor de ir perdiendo a alguien en los golpeteos de la cotidianeidad tramposa. Les envidio esa inocencia, esa virginidad emocional (aunque qué flojera volver a experimentar su pérdida).
Curiosamente, con la primavera han llegado los romances intempestivos a la prepa y los problemas existenciales-amorosos de mis conocidos. Incluso yo, siento miedo de perder la maravilla de tus ojos de estatua (García Lorca, 1934) y quedar atrapada en la vorágine de la normalidad costumbrista, en donde los muebles que antes eran nuevos van perdiendo su brillo y utilidad porque no los dejamos con el plástico que traían de fábrica.
¿Cómo luchar contra el dolor, el miedo, la parálisis, la costumbre y el desamor?
*Silencio*
Lo único que sé es que la vida es un ciclo. Que ni la felicidad, ni el sufrimiento son eternos ni constantes. Que el amor se transforma y renueva. Que de la destrucción nace la creación. Y como dice la Mary Alice de Desperate Housewives:
"Todos experimentamos momentos de gran desesperación. Pero es lo que hacemos después de estos lo que realmente nos hace ver quién somos."



pd. ¿Dónde quedó Sabines? Calientito, en este poema para llevar.

No es que muera de amor
No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.

Muero de ti y de mí, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.

Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.

Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,
dichosa, penetrada, y cierto, interminable.

Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.

Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos obscuros e incesantes.
Me muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
Inconsolable, a gritos,
dentro de mí, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.

3 comentarios:

la vieja diabla dijo...

*sigh*

lucía dijo...

sexy sabines.
empiezo a creer que el amor, el cómo lo sentimos, también evoluciona. de adolescente tendía a lo platónico. a lo muy rosa. a la vida sobre hojuelas escarchadas. ahora no. ahora tomo las riendas de mi vida, y decido que yo amo, que yo tengo sexo. que son distintos. que tengo el poder de no involucrarlos. a lo mejor no salir ilesa, pero eso intento. amo y deseo. amo y no deseo. no amo pero deseo.

Anónimo dijo...

¿acaso se puede brincar la etapa platónica?
... ¿se puede superar no haber tenido eso?