martes, noviembre 23, 2004

Alguna vez tomé lecciones de piano...

Dudo que a estas alturas mi tío recuerde las lecciones de piano que algún día me dio cuando era niña. Él estudiaba su carrera y para conseguir un poco de dinero daba clases privadas a niños con el piano que mis abuelitos tenían en su casa. Para nosotras -mis hermanas y yo- era todo un placer la posibilidad de aprender a tocar un instrumento que de otra manera nos estaba vedado debido a la naturaleza de las cosas (piano + niñas inquietas =ruido infernal para abuelitos que les gusta una casa calladita calladita). Así que esa hora de lección era el pase a tocar el piano sin restricciones, sin temor a regaño ni vergüenza.

Mi tío tenía unos libros muy bonitos con partituras llenas de animalitos, todos coloridos y llamativos. Me dejaba quitar la franela que cubría el teclado y empezaba a colocar mis dedos (pequeños, regordetes, torpes) en las teclas correctas. Siendo yo quien soy, inevitablemente terminaba equivocándome y estropeando el ritmo que las gallinitas/notas indicaban. Pero era la gloria el poder producir esas notas, era transportarme a otro lugar en donde mi vida no era cotidiana, era especial (tenía como seis años, tocar el piano era un ejercicio definitivamente exótico) y yo era feliz.

Creo que mi tío no era muy feliz porque a la larga empezó a desesperarse cada vez más con las lecciones que me daba. Recuerdo muy bien la última: empezó a respirar de manera enojada, se puso rojo rojo de los cachetes y apretó la quijada. Aprehensiva como soy, le pregunté que si estaba enojado, me contestó que no, pero va a ser muy difícil que toques el piano bien. No recuerdo si lloré o no, pero lo que recuerdo muy vividamente equivale a cuando uno adelanta la cinta VHS rápido y nos encontramos con otra escena.

Al otro día, cuando estaba otra niña -la cual si pagaba sus clases, recuerdo era morena- dándole al piano con sus errores y sus fallas de ritmo muy naturales de su edad, le dijo vas muy bien, que era cuestión de practicarlo muy duro. Tampoco recuerdo que hice después, pude haber llorado de nuevo o pude no hacerlo. Lo que sí recuerdo es que nunca volví a tomar una lección con él.

Dudo que a estas alturas mi tío recuerde las lecciones de piano que algún día me dio cuando era niña. Pero yo sí me acuerdo de que desde entonces ya no veía al piano de la sala de mis abuelos igual.

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(EDITADO PARA AGREGAR) Este fue uno de los momentos de ruptura, a la José Emilio Pacheco, en que comencé a ver el mundo desde un punto distinto y nuevo. No dudo que mi tío pudiera haber pasado por un mal día -algo que los adultos conocemos muy bien- y que por eso hubiera hecho su comentario irreflexivo. En fin, no le guardo rencor sino todo lo contrario. Ahora, desde otra perspectiva, entiendo que todos tenemos momentos así -y vaya que me pasa a mí con mis alumnos- pero a los ojos de una niña, es toda una revelación.

Ah, y los dedos siguieron pequeños, regordetes y torpes.

7 comentarios:

la vieja diabla dijo...

pinche tío. :P
como dice el viejo y conocido refrán: "más vale perro que de confianza".

Estela dijo...

Bueno, es que a lo mejor si era una alumna desesperante, ahora que lo pienso. Hmmm... estoy negada para las cuestiones de ritmo. Nomás que me emocionaba mucho tocar el teclado, así como Stevie Wonder.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo.

1. Fuiste, eres y serás desesperante.2. Lo de los deditos, queda.3. Y la edición del tu post denota inseguridad y precipitación al actuar.
4. Tengo hambre... pero esto no es Aburrición. Damn.

Anónimo dijo...

¿Y a todo esto, que tanto español aprendimos con lo del piano?

がでめつ!!!

Estela dijo...

Pues lee el texto, a ver si se te queda algo.
El agregado fue el resultado de releer el texto y notar que mi tío quedó como un patán cuando no lo es.

Lo que pasa es que todos actuamos así algunas veces, a los niños se les quedan grabados estos momentos.

paranoid_anroid dijo...

Es interesante como algunas cosas que nos pasan en la infancia pueden marcarnos no no durante nuestras vidas.... no quiero que tu tío termino con las aspiraciones que tenias de convertirte en el proximo steve wonder pero tu historia (independientemente de que tu tio sea buena o mala persona) me deja pensando en el hecho de que quiza en alguna ocación pude provocar alguna frustración o mal rato en alguien y ni siquiera me di cuenta.

saludos.

lucía dijo...

wow. ya hasta se atreven a hacer análisis a lo bestia por aquí. qué miedo.
por qué no has escrito más???? grrrr! soy voyeurista y me gusta leerteeeeeeescribe!