Cabracunda

La primera vez que ví a la Caro en persona, recuerdo que fuimos a buscar opciones para su traje de bodas. Es curioso, cuando uno ha hablado con alguien por la red por un tiempo, el primer encuentro resulta como redundante: ya te conozco pero no. Me acuerdo cómo platicamos ese día hasta de lo que no, de manera tan abierta (oh sí) y en ese entonces menos alburera.

Luego la Carola se fue a los EU durante dos años -give or take- y siguió la amistad por womenboard, bbs y mensajero. Cuando volvió al Regiorancho encontró casa muy cerca de mi trabajo. Ahí fue donde comenzó la amistad profunda, la de veritas. No sé si fue debido a mi insistencia y pegostia, creo que tiene algo qué ver que me pegó en una etapa sobreprotectora, en donde hasta fan de Buffy la volví para que su estancia en Monterrey fuera más agradable.

Me iba y me aplatanaba en su casa, en sus sillones blancos todos cómodos y lujosos. No sé cómo no me corría, quiero pensar que no fui tan molesta como me recuerdo. Las pláticas eran largas y muy disfrutables. Me enseñó cómo preparaba chop suey.

Caro es muy especial para mí: fue la primera amiga que hice ya como adulta. Las demás amistades las arrastraba desde la escuela -lo cual no es algo malo realmente- pero con ella fue todo un placer descubrir a la otra persona desde un punto con menos inseguridades, con mayor capacidad de apoyo y cuestiones por el estilo. Aunque sospecho que no soy yo, sino ella y su forma de ser. Constantemente me asombra su capacidad para convivir y ganarse a los demás: es como una lucesota a la que las polillas se acercan, ha de ser por la risa contagiosa.

En los últimos años ha pasado por un proceso que me ha hecho admirarla aún más: una metamorfosis dolorosa de la cual ha dado muestras de sobrellevar cuasiexitosamente. Se regresó a los United la Caro y cuando se fue me dio un no sé qué en el corazoncito. Ya no iba a estar para jugar Mario Kart. Ya no iba a estar para ir a comer o al cine o para tener pijamadas. Ya no iba a estar. Ya no. Me dolió su ausencia.

Y luego me di cuenta de que platicábamos todos los días por messenger.
Y luego me di cuenta de que era factible ir a gorrearle en vacaciones.
Y luego me di cuenta que su voz por skype sonaba como si estuviera aquí cerca.

Todo va a estar bien.*
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* Siempre y cuando no se transforme en Cabracunda y acabe con la población de Boston.